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Mostrando entradas de febrero, 2016

Lirios de mar en Morón y Nerva

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  Pequeñitos, pero lindos, ¿verdad? Son como moneditas circulares o pentagonales, apiladas, con un agujero en el centro, y quizá algún adorno estrellado. Son trocitos de tallos de lirios de mar. Del Jurásico. De Morón. Y estos son trocitos de lo mismo:     ... pero del final del Devónico. De Nerva. Un montón de millones de años los separan. Si saltáramos para atrás en el tiempo hasta el Jurásico (yo lo hago dos veces en semana), encontraríamos a los de Nerva tan fosilizados como ahora, parte integrante de la piedra, a muchos kilómetros tierra adentro de la costa de la isla Iberia; y a los de Morón, vivitos y filtrando, en el fondo marino, mar adentro. Por entonces, ya los de Nerva estaban curados de espantos y de vuelta de todo: habían sufrido en sus carnes, o más bien en sus artejos fósiles, el cierre de su océano en el Carbonífero, por aproximación y colisión de los continentes de ambos extremos; y llevaban ya muchas decenas de megaaños disfrutando de un merecido

Un magma dentro de otro en Almadén (y IV)

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(Viene de “Un magma dentro de otro en Almadén (III)”.) Por si fuera poco, todo lo anterior tiene consecuencias en las formas del relieve. Las partes oscuras y de grano más fino resultan más alterables y blandas. Por eso, las piedras y arenas que arrastra el arroyo en las crecidas, labran una pequeña depresión sobre las manchas oscuras. La depresión se inicia sobre el extremo que se sitúa corriente abajo: Esas concavidades iniciales, con frecuencia se adaptan al contorno de la mancha oscura: Cuando el hoyo profundiza un poco, en su fondo se acumulan piedras. Durante las crecidas, el agua pasa por encima y entra en forma de remolino en el hoyo. Las piedras son movidas por el remolino, y dan vueltas con mucha fuerza, erosionando, redondeando y profundizando el hoyo: Las paredes y el fondo, y también las propias piedras, se desgastan, y los restos finos resultantes son extraídos por una corriente que sube por el centro del remolino. Los hoyos pueden lle

Un magma dentro de otro en Almadén (III)

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(Continuación de “Un magma dentro de otro en Almadén (II)”.) Aún no hemos tenido en cuenta una posibilidad: que los dos líquidos magmáticos se mezclaran. Muchas veces no hay ni rastro de mezcla. Pero otras sí los hay:   1. Pedacitos que se desprenden de las gotas grandes y se dispersan en el magma hospedador:   2. Granos minerales blancos ya formados en el magma hospedador, que entran en la gota: 3. Contactos no drásticos sino difusos entre ambos magmas: 4. Fragmentos de los cuerpos oscuros (en este caso de la zona interna más clara) redondeados y con contactos difusos con el magma hospedador, como si estuvieran siendo “desgastados” y asimilados por él: 5. Bandas de aspecto intermedio entre ambos magmas, como si fueran capas de un magma híbrido: 6. Manchas de un gris intermedio, que también parecen magma híbrido: 7. Trozos de rocas laminadas como los que hay en el interior de algunas gotas, sueltos en el magma de

Un magma dentro de otro en Almadén (II)

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(Esta entrada es continuación de “Un magma dentro de otro en Almadén (I)”.) Volvamos a las “gotas”. Con frecuencia, los cuerpos oscuros en que se trasformaron al solidificarse, son más oscuros cerca de los bordes que en el interior...   ... porque el tamaño de los granos minerales es menor en esa franja periférica (y quizá los minerales oscuros algo más abundantes). Eso significa que tuvieron menos tiempo para crecer. O sea, que la gota se enfrió más rápido por fuera que por dentro. El motivo es que el magma hospedador estaba comparativamente más frío que el de la gota intrusa. En los cuerpos más grandes, incluso se observa una tercera zona interior aún más clara: Por lo que se ve, algunas de las “gotas” más grandes se dividían, y el magma hospedador se metía entremedias: A veces, la rotura es sinuosa, y a un lado y otro de ella los bordes siguen siendo lobulados. Está claro que en esos casos la gota todavía era líquida cuando se dividió. En otr

Un magma dentro de otro en Almadén (I)

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(Estas entradas van dirigidas a todos aquellos que, de pequeños, vieron en su libro de texto que "un granito es una roca plutónica compuesta de cuarzo, feldespato y mica", junto a una foto de un bloque de granito estándar y un redondel amarillo dentro de la corteza terrestre; y por tanto piensan que un afloramiento de granito en el campo es el colmo de la homogeneidad, pura quietud y aburrimiento, sin mucho que contar. Pues se van a enterar.)  La roca de toda la zona del berrocal de Almadén de la Plata, fue en su momento una enorme “bolsa” de magma que se estancó a cierta profundidad bajo la superficie terrestre, y allí se enfrió. Al enfriarse, los grupos de átomos que formaban el magma iban perdiendo energía para moverse, hasta que se detuvieron, de la manera en que lo suelen hacer: asociándose para formar los granos minerales sólidos. Por la composición del magma, en este caso se formó bastante cuarzo y ortosa, y la roca resultante fue un granito, de color claro. 

Rositas de yeso sobre hematites en Lebrija

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He aquí una superficie de roca tapizada de cristalitos de yeso. Es una de las dos paredes de una fisura estrecha. Por la fisura circuló en su momento agua con los componentes del yeso, que se unieron y depositaron sobre las paredes. Aguas con yeso disuelto son habituales en los materiales de origen triásico del sur de la provincia de Sevilla. En algunos puntos, los cristalitos recuerdan a las conocidas “rosas del desierto”... ... y es que las rosas del desierto no son más que eso: cristales de yeso entrecruzados, depositados por agua que lo llevaba en disolución. Solo que crecieron dentro de capas arenosas en desiertos, y al crecer incorporaron granos de arena. La roca revestida por los yesos en las fotos, no es una roca al uso, sino una masa de mineral de hierro: la hematites (óxido de hierro). Tampoco son demasiado raras tales masas en los materiales triásicos de por aquí. Otro bloque de hematites masiva que había al lado: En nuestro caso, la hematites n