Las playas de Osuna

Tal vez el título de esta entrada sea un pelín “sensacionalista”, pero no va mal encaminado. Y es que ¿qué podemos encontrar en una playa cuando baja la marea? Pues arena y conchas; y esto, petrificado, es lo que podemos encontrar en Osuna:


Como vemos, las conchas (y otros “esqueletos” de organismos: briozoos, algas calcáreas...) aparecen con frecuencia fragmentados. De hecho, la “arena” de esta roca consiste en buena parte en fragmentos muy reducidos de estos esqueletos. Tal reducción se debe al choque de los restos entre sí y con la arena, a consecuencia de olas y corrientes.

Otro rasgo que se da en las arenas litorales son madriguerillas y rastros de excavación de organismos, asimismo visibles en la roca:


Ahora pensemos en el relieve del fondo arenoso próximo a una playa, parcialmente expuesto en bajamar. No suele ser del todo horizontal: hay rampas suaves hacia el agua, barras de arena mar adentro, canales excavados por mareas, ondulaciones abundantes... El agua crea estas formas, y mueve la arena y la deposita en los costados de las ondulaciones, barras, canales, rampas. Por tanto, si diéramos un corte vertical, se verían capitas de arena no horizontales, sino inclinadas, y en grupos de distinta inclinación. Lo cual se aprecia también en Osuna:
 
En determinadas capas se acumularon cantos procedentes de tierra firme, que por su tamaño y poco rodamiento indican que la costa estaba cerca (en la foto, a la derecha del canto rojo, hay una conchita de bivalvo):

Podríamos entrar en detalles, acerca de los tipos de fósiles y formas de las capas de estas canteras y sus respectivos significados, o de los cambios habidos a lo largo de la superposición de materiales, o de los motivos de tal superposición... Pero con lo dicho basta para mostrar que, ahí encima, había mar. Lo cual extraña, habida cuenta de que el punto más alto de estos materiales está hoy a 390 metros sobre el nivel del mar. Pero no hay que extrañarse: el nivel del mar sube y baja, y el suelo también sube y baja, lentamente, a lo largo del tiempo geológico. En concreto, estos materiales se depositaron durante la era Cenozoica, periodo Neógeno, época Miocena, edad Tortoniense, cerca del margen sureño del mar que ocupaba lo que hoy llamamos Depresión del Guadalquivir. Luego todo se elevó, emergió y se fue erosionando, restando este amplio cerro en cuyas faldas se sitúa Osuna.

Las canteras de Osuna se han explotado desde antiguo. En algunos puntos, se observa que por encima de la roca sólida hay una “tierra” más o menos suelta, sobre la cual ha crecido vegetación; pero no se trata de un sedimento al uso, ni de un suelo natural, sino que es resultado de un movimiento de tierras hecho por el hombre durante la explotación antigua de la cantera...

... y la prueba es que en esa “tierra”, por debajo de la vegetación y por encima de la roca, puede uno encontrar restos de cerámica. En otros taludes existen evidentes signos de la extracción de sillares:

¿Y qué se ha hecho con los sillares? Pues por ejemplo la colegiata de Osuna:

Como alternativa a hacer una construcción con los bloques de roca, cabe hacerla “vaciando” la roca en la propia cantera:

En algunos frentes de explotación se observan marcas de canteros...
  ... o directamente sus nombres con la fecha de explotación (“Juan Maldonado AÑO MDCCCLIV”, pone en el talud de la siguiente foto; digo yo que será el nombre del cantero, y no un dificultoso graffiti de la época):

¿Y con las canteras ya abandonadas? ¿Qué hacemos con ellas? Pues por ejemplo una calle...

... o una especie de minibarrio cerrado...

... o seguir aprovechándolo para obtener albero mediante machaqueo de la roca...

... o, mejor, podemos restaurar, remodelar, rehabilitar, y obtener así un original espacio para conciertos y otros eventos (en http://www.elcotolascanteras.com puede realizarse una visita virtual al lugar):

Y hasta aquí lo tocante a las canteras de Osuna, que ya va siendo demasiado larga esta entrada. Eso sí, nunca está de más echarle un vistazo al cielo cuando uno visita cualquier sitio. Y este día había unas bonitas nubes altas, de hielo, en forma de cabellos (“cirros”):